Después de muchos años, creo que esta es la pregunta más profunda que podemos hacernos…
Y acá va mi intento de respuesta:
Soy, simplemente, un alma que ya todo lo es, que ya todo lo tiene, que encarnó para simplemente SER.
Esa es mi esencia, y es ahí donde creo que todos somos iguales.
Ahora bien, como “personaje”, he sido muchos (¡y me encanta!).
Segunda hija de una familia tradicional, la más desafiante. Criada con valores fuertes: la familia, el respeto, la unión y la superación.
Sensible al extremo —las mariposas me hablaban, los “amigos imaginarios” se presentaban— pero esa era yo siendo yo.
No quisiera decir “incomprendida”, porque hoy entiendo que era yo quien no sabía explicarlo ni compartirlo.
Todo eso derivó en miedo, y en un gran bloqueo de esa conexión, para convertirme en el personaje terrenal del deber y el hacer.
Conclusión: destacada en lo académico, con un título de Ingeniera Industrial a los 23 años.
Me creía una topadora.
No quiero hacerlo largo, pero atribuyo a mi amado Saturno y su retorno (sí, hablo de astrología) el hecho de que, alrededor de mis 27 años, toda esa sensibilidad extrema —de escuchar, ver y sentir— volvió a florecer en mí.
La historia cuenta que estaba aterrada, que conectaba con todo, que sentía de todo y de todos.
La vida no me resultaba fácil, aun teniéndolo todo.
Pero como siempre, lo que sucede, conviene, y fue entonces cuando me permití empezar a sentir.
Comencé a adquirir todas las herramientas que aparecían en mi camino, que aprendí y, en muchos casos, certifiqué con grandes maestros:
Reiki, Registros Akáshicos, Terapia Floral, Péndulo, Radiestesia, Tarot, Meditación, Yoga, Metafísica, Psicoterapia, Astrología… y muchos, muchos libros.
En 2020, renuncié a mi trabajo como ingeniera y también a mis sesiones de acompañamiento.
Era el momento de estar conmigo misma, compartiendo al mismo tiempo con mi familia. Ese era mi más profundo deseo.
Fue al regresar de India, en 2023, cuando finalmente reconocí —y puse consciencia— a lo que mi alma me venía gritando hacía años:
Cada momento que respiro tengo el poder de elegir el significado de esa experiencia, y soy yo quien elige su paz.
Siempre.
Elijo, en los momentos lindos y en los no tan lindos, ver la magia de la vida.
Aceptar que todo lo que sucede, debe suceder.
Y agradecer.
Elijo ser feliz con aquello que me hace feliz, sin joder a nadie (perdón la palabra, pero es lo que siempre digo; no me sale disfrazarla cuando estoy compartiendo quién realmente soy).
Amo la magia.
Amo la consciencia.
Amo expandirme a través de otros.
Elijo amar la vida.
Elijo ser feliz.
Elijo siempre mi paz.
Y como me dijo un gurú en India:
“A vos te hace feliz cuando la gente se siente feliz.”
Ojalá DuoGa sea ese espacio donde seamos felices.